martes, 28 de octubre de 2008

¡Pero cómo!

Acabo de volver a la residencia, porque mi primera clase del día ha sido anulada, y vengo pensando que va a ser verdad lo que decía mi pequeño libro de frases en polaco, aquello de que a los polacos les encantan los helados y los comen a cualquier hora y sea cual sea el tiempo que haga.

Ya me había fijado en los puestos con helados en cada centro y pasaje comercial por los que he pasado, con muchísima variedad de sabores, como es costumbre por aquí. ¡Y eso que es octubre! Pero es que hoy por la mañana, en el tranvía que me lleva a la facultad, he visto como un señor se zampaba gustoso un corte de helado de chocolate de unos 5 centímetros de grosor, sin inmutarse por los apenas cinco grados que hacía.

Son gente dura, sin duda.

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